El concepto de "ciudad tranquila" surge como respuesta concreta a los crecientes problemas de congestión y contaminación atmosférica. En el centro de esta visión, el transporte público, la movilidad blanda y la organización de los servicios urbanos aparecen como las principales palancas de una política urbana que favorece los modos de transporte respetuosos con el medio ambiente y rediseña los espacios urbanos para hacerlos más agradables para vivir. Una ciudad más tranquila es ante todo una cuestión de movilidad.
Repensar los viajes
En Francia, ninguna ciudad, grande o pequeña, parece librarse de este movimiento de recuperación del centro urbano. Auténtica respuesta ecológica al movimiento "todo coche" del siglo pasado, su principal objetivo es reducir el papel del automóvil en favor de modos de transporte virtuosos - transporte público, movilidad suave, vehículos de bajas emisiones (*ver recuadro)- para devolver la ciudad a sus habitantes o, mejor aún, reconciliarla con sus usuarios. En la práctica, una ciudad más tranquila debe ser capaz de controlar el flujo de tráfico, pero también de acercar la guardería al bebé, el lugar de trabajo al trabajador, el servicio al ciudadano.
De Lyon (**ver recuadro) a Annecy y Le Mans, las autoridades locales compiten entre sí en su ingenio para dar a la marcha, la bicicleta (***ver recuadro), los patinetes eléctricos y todas las demás formas de transporte de bajo impacto el lugar que se merecen.
Cuestión muy política, esta ola verde en la que surfean tantas autoridades locales no está exenta de detractores. Al restringir drásticamente el flujo de automóviles hacia el corazón de la metrópoli, algunos no pueden evitar verla como un signo de exclusión de los suburbios, cuya consecuencia no tendría otro nombre que... segregación social. Pero esto no es cierto. La congestión vial siempre ha existido. Basta con abrir una nueva vía urbana en un suburbio para que tarde o temprano se sature de coches. La solución milagrosa es un espejismo, una apuesta, una fantasía. Lo que cuenta para el éxito de los proyectos es la moneda de cambio. Comprender el atasco provocado por la congestión de coches en las ciudades, las ventajas de la alternativa propuesta, identificar claramente los beneficios para los residentes y las empresas que contribuyen a la financiación de estos proyectos - la contrapartida legítima del dinero desembolsado, que permite cumplir todos los deseos llamados tranvías. Las autoridades locales no han reparado en gastos en este ámbito. Prácticamente todas las ciudades francesas cuentan ya con una o varias líneas exclusivas de transporte público, proyectos a los que Egis ha contribuido de forma importante en los últimos años (**** ver recuadro).
Descarbonizar los centros urbanos
Como alternativa a nuestra excesiva dependencia del coche privado, una ciudad más tranquila es también una ciudad que reduce su huella de carbono. Incluso en la era postindustrial, los motores de combustión interna siguen siendo los principales emisores de gases de efecto invernadero, por lo que debemos descarbonizar nuestra red de transporte público. La contaminación es una de las razones por las que, a finales de los años 80 y principios de los 90, las grandes ciudades francesas optaron por los tranvías en lugar de los autobuses, que en aquella época funcionaban principalmente con gasóleo. Hoy en día, la situación ha cambiado y no es raro que algunas colectividades locales se planteen soluciones de Bus Rapid Transit (BRT) (***** ver recuadro) que, para ciertos niveles de tráfico, pueden dar plena satisfacción en términos de velocidad comercial, emisiones de CO2 e integración en la red viaria.
Un contexto favorable
Es innegable: los proyectos de reducción del número de vehículos en las ciudades se imponen en toda Francia porque son muy populares. A juzgar por el número de proyectos en curso, previstos o en estudio, el mercado no podría ser más boyante. Desde el anteproyecto hasta la puesta en servicio, Egis es capaz de realizar entre el 80% y el 100% de las tareas que se le encomiendan en este ámbito, ya se trate de estudios de viabilidad para la realización de proyectos o de gestión de proyectos para su ejecución. En términos de volumen de negocio, se trata de una oportunidad de desarrollo para Egis, que dispone de un abanico muy amplio de competencias en los ámbitos de la gestión del tráfico, el desarrollo urbano y los sistemas de transporte.
¿Y ahora qué?
La sistematización prevista del vehículo eléctrico añadirá una nueva incógnita a la ecuación. Aunque la idea pueda parecer todavía un poco futurista, está claro que la postal del mañana tiene más de ciencia que de ficción. Le guste o no a Philip K. Dick (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?) o a su gran admirador Ridley Scott (Blade Runner), los retos de la electromovilidad no estarán exentos de problemas de integración en la ciudad. Por ejemplo, la oleada de apoyo inicial acabó por volverse en contra de otro gran actor emergente de la movilidad: el patinete eléctrico. En París, incluso perdió la votación popular.
Por último, el cambio climático obligará a todas las partes interesadas a replantearse los espacios públicos para adaptarse a las grandes olas de calor. En el futuro, la refrigeración de las ciudades, sobre todo mediante el reverdecimiento, se unirá sin duda a la movilidad como nuevo gran reto para la ciudad tranquila. Ni que decir tiene que Egis está preparada para afrontar este reto.